Saltillo, Coahuila. 12 de mayo de 2018.- De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en un reporte de 2016, en América Latina se pierden o desaprovechan hasta 127 millones de toneladas de alimentos al año.
Esta pèrdida de alimentos ocurre dentro de los eslabones de la cadena alimentaria. Un 28 por ciento de estas mermas sucede a nivel de producción; otro 28 por ciento del desperdicio es causado por el consumidor; 22 por ciento se presenta durante el manejo y almacenamiento; 17 por ciento de las pérdidas está en el mercado y su distribución; y el resto ocurre durante el procesamiento.
En este contexto, la Estrategia Regional de Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos (PDA) de la FAO considera de gran importancia el desarrollo de tecnologías poscosecha para reducir estos índices.
Ante este panorama, científicos del Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA) desarrollan recubrimientos para la protección de frutas y verduras en poscosecha. Este desarrollo, trabajado por cerca de una década, tiene como finalidad contribuir a la reducción del desperdicio de alimentos de interés para México, generando a su vez el aprovechamiento integral de productos para el consumidor a través del aumento del tiempo de vida y el fortalecimiento de la economía del sector agrícola nacional.
Látex de polímero sintético para conservación de productos hortofrutícolas
El uso de recubrimientos en poscosecha, como ceras naturales, es una tecnología que se ha aplicado desde hace siglos para conservar diversos frutos (minimizando la pérdida de humedad) y proporcionar brillo a la superficie. A partir de la aparición del quitosano, se detonó el uso de esta protección especial para los alimentos; sin embargo, su optimización continúa de acuerdo con las necesidades sociales, agrícolas y de los consumidores.
“El uso de recubrimientos en productos hortofrutícolas se debe a las grandes pérdidas que se tienen en etapas poscosecha. En países como el nuestro, estas alcanzan valores superiores a 50 por ciento, lo que trae como consecuencia no solo la pérdida de alimentos sino que, además, deriva en grandes pérdidas económicas. Durante los próximos años, con el incremento de la población también aumentará la demanda de alimentos, por lo que es importante contar con tecnologías que nos permitan conservar por más tiempo los productos a nivel poscosecha”, puntualizó la doctora Lluvia de Abril Alexandra Soriano Melgar, catedrática Conacyt, adscrita al Departamento de Plásticos en la Agricultura del CIQA.
Los productos poscosecha, una vez que son separados de la planta «madre» buscan sobrevivir con las reservas que tienen. Durante esta etapa, el fruto pierde agua debido a su proceso de respiración. Esto trae como consecuencia la pérdida de peso y desencadena más rápido la senescencia (cambios debido al transcurso del tiempo) del producto y, por tanto, menor vida útil.
Los recubrimientos generados en el CIQA están elaborados a partir de alcohol polivinílico y una suspensión de poliacetato de vinilo, un polímero utilizado en la formulación de la goma de mascar y en algunos alimentos de forma limitada y regulada. Con estos elementos se forma una cubierta polimérica biocompatible, inocua para los humanos, que permite proteger diversos productos hortofrutícolas después de la cosecha.
“Lo que se busca, cada vez más, es utilizar recubrimientos que sean lo más naturales posibles y que, además, puedan ser consumidos. Los componentes del recubrimiento que se emplean en el CIQA tienen esa particularidad ya que son biocompatibles”, explicó Soriano Melgar.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt
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