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Manzana, aguacate y mamey contra la corrosión

Ciudad de México. 19 de septiembre de 2018.- La aplicación de productos naturales y desechos agroindustriales sería una alternativa para evitar o inhibir la corrosión de metales, de forma económica y amigable con el medio ambiente.

La corrosión es una reacción electroquímica entre un metal y su ambiente, que ocasiona su deterioro. Para tratar el problema se utilizan inhibidores de la corrosión sintéticos que, además de ser tóxicos para el medio ambiente, resultan costosos.

Desde hace casi una década, José Gonzalo González Rodríguez, investigador del Centro de Investigación en Ingeniería y Ciencias Aplicadas (Ciicap) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), busca alternativas a los inhibidores de la corrosión sintéticos, a través del estudio del extracto de productos naturales con propiedades antioxidantes.

Los inhibidores de la corrosión son sustancias que protegen una superficie metálica y detienen la reacción corrosiva. Existen más de 30 tipos de corrosión y el doctor González Rodríguez realiza investigaciones dirigidas a inhibir algunos tipos.

Hasta ahora, González Rodríguez ha identificado poco más de diez productos entre frutas, plantas y desechos de agroindustriales con efecto antioxidante. De ellos, sobresale la cáscara de manzana, el hueso de aguacate, mamey y durazno, algunos tipos de hongos, semillas de chía y desechos agroindustriales como el bagazo del café.

“Hay muchos productos naturales que tienen antioxidantes. Por un lado, vemos que al quitarle la cáscara a la manzana esta experimenta oxidación. Lo mismo pasa al quitar el hueso de un aguacate. Esto nos indica que tienen antioxidantes. Con biólogos, seleccionamos los productos y en laboratorio obtenemos el extracto y experimentamos”, compartió.

De acuerdo con el doctor González Rodríguez, el hongo michoacano (Ganoderma lucidum) y la chía (Salvia hispanica L.) son dos de los productos que han resultado ser potencialmente efectivos para inhibir la corrosión.

“Una forma de medir la velocidad de corrosión es a través de la disminución de espesor de la corrosión de un milímetro por año. En el laboratorio observamos que el hongo michoacano disminuye el avance de la corrosión hasta mil veces más lento. La chía tiene ácido linoleico y alfa-linolénico (omegas 6 y 3), mientras que el hongo michoacano contiene aminoácidos. Por lo general, sus compuestos químicos actúan como buenos inhibidores de la corrosión”, compartió.

La manera más sencilla de obtener estos extractos es que los productos naturales se colocan en un solvente de donde se obtiene un extracto. Este posteriormente se coloca en un medio agresivo para evitar que el metal se corroa.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, José Gonzalo González Rodríguez dijo que aunque el estudio de extractos naturales para el desarrollo de inhibidores de la corrosión se desarrolla desde hace varios años, en México el Ciicap de la UAEM es líder en la materia.

Efectos sociales y económicos de la corrosión

El problema de la corrosión causa daños importantes en la economía. De acuerdo con especialistas, este fenómeno representa tres y cinco por ciento del producto interno bruto (PIB) de los países, lo que se traduce en pérdidas millonarias.

“Los gastos que ocasionan las afectaciones por fenómenos naturales como huracanes, terremotos o tsunamis no se comparan con lo que representa la corrosión, porque en cualquier lugar que haya un metal y un líquido, hay corrosión”, dijo González Rodríguez, doctor en corrosión por la Universidad de Mánchester, Inglaterra.

Aunado a ello, los efectos de la corrosión en la vida diaria van desde una fuga de agua en casa, hasta la erosión o el colapso de construcciones, tales como un puente o edificios, situaciones que son prevenibles con el monitoreo adecuado de las escructuras o metales.

“La corrosión causa muchos accidentes; el colapso de puentes, por ejemplo, puede ser por esta causa: la humedad de la atmósfera ataca el concreto y este va poco a poco degradándose hasta que la varilla de acero que refuerza el concreto empieza a corroerse, se vuelve frágil, ya no es capaz de soportar el peso de la estructura y esta colapsa”, explicó el doctor González Rodríguez, también miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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