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Investigador mexicano crea baterías biodegradables

Ciudad de México. 9 de agosto de 2018.- En el Instituto de Microelectrónica-Centro Nacional IMB-CNM (CSIC), en Barcelona, España, el mexicano Juan Pablo Esquivel y su equipo de trabajo desarrollaron baterías biodegradables a base de papel para dispositivos portátiles de un solo uso.

Las baterías están compuestas de materiales orgánicos como celulosa, papel carbón, cera de abeja y especies redox orgánicas como las quinonas, las cuales representan un nuevo concepto de batería primaria.

Además, el proyecto ha sido merecedor del Premi Catalunya d’Ecodisseny 2017 (Premio Cataluña de Ecodiseño) por tratarse de una innovación ambientalmente sustentable.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el investigador del IMB-CNM y exbecario Conacyt, explicó la importancia de este desarrollo que además de fabricarse mediante métodos económicos y con bajo consumo de energía, es capaz de desecharse en el campo para su degradación biológica con un mínimo impacto ambiental.

Un respiro para el ambiente

Las baterías reciben el nombre de Power PAD (Power: Portable And Disposable) y es un concepto totalmente orgánico y biodegradable basado en los principios de sostenibilidad de la electrónica ecológica.

Están diseñadas para funcionar de una a dos horas, con el objetivo de satisfacer las necesidades de energía de dispositivos portátiles, sin requerir instalaciones específicas de reciclaje para su eliminación y con un tiempo de degradación de pocos meses.

“El proyecto comienza a partir de un apoyo recibido de la Bill and Melinda Gates Foundation y la Electrochemical Society (ECS) y el diseño de la batería está inspirado en un bloc de notas tradicional hecho de una pila de hojas de papel, es decir, materiales orgánicos en capas”, explicó.

Su tamaño se aproxima al que puede tener una pila de botón de litio, y con los materiales orgánicos de los que está conformada puede almacenarse la energía en forma de especies redox orgánicas solubles en agua dentro de la almohadilla, representando dos semiceldas electroquímicas dormidas.

Para su activación se añade agua, orina o saliva, los cuales disuelven los reactivos que producen la energía necesaria para el funcionamiento del dispositivo electrónico y una vez agotada la energía, la batería puede eliminarse junto con los residuos orgánicos o incluso desecharse en el suelo para su descomposición natural gracias a sus materiales exclusivamente biodegradables y a que no contiene metales, plásticos ni sustancias nocivas.

“En resumen, la función de este dispositivo consta de tres pasos simples: agregar agua, extraer potencia y eliminarla sin ocasionar un impacto negativo al ambiente, sino todo lo contrario ya que es totalmente segura, no tóxica y después de varios estudios está comprobado que se biodegrada incluso más rápido que una celulosa normal”.

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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