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Creación del primer ordenador cuántico por ingeniero español

A 25 de febrero de 2019.-A principios de los 90, Darío Gil fue a estudiar el último año de instituto a Los Altos High School, junto a Palo Alto, en California. Y ya no volvió.

En Estados Unidos se licenció en ingeniería eléctrica e hizo el doctorado en nanoestructuras en el MIT. Al acabar sus estudios, en 2003, entró en IBM. Hasta hoy que, con 43 años y solo desde enero, dirige la división de Investigación de IBM, con 3.000 científicos a su cargo.

Gil fue nombrado líder de la división cuántica de la compañía en 2017. El pasado mes de enero IBM presentó en Las Vegas el primer ordenador cuántico comercial. La computación cuántica es una de las grandes apuestas para el futuro de IBM. Pero su éxito es un misterio: «Tiene riesgo, pero desde el punto de vista teórico estamos en una fundación extremadamente sólida», dice Gil, en la primera entrevista tras su nombramiento como director de IBM Research, realizada en el marco de Think2019 en San Francisco.

Un ordenador cuántico es una proeza de la ingeniería. Su corazón es uno de los lugares más fríos del universo. El espacio exterior está a 2,73 grados kelvin, el interior de un ordenador cuántico funciona sin errores solo a 0,01 grados kelvin, que son -273 grados celsius.

«Si miras esa catedral que hay en Barcelona [la Sagrada Familia] puesta al revés, es igual», dice Bob Sutor, vicepresidente del Departamento cuántico de IBM.

Esa proeza está hoy conectada en la nube y más de cien mil personas han hecho millones de experimentos para familiarizarse. Con una enorme salvedad: ese ordenador cuántico hoy no hace nada que no haga ya un ordenador personal.

¿Cuándo ocurrirá que un ordenador cuántico haga algo que ninguna otra supercomputadora actual pueda? Probablemente en la próxima década. En IBM llaman a ese momento «ventaja cuántica». Para Gil, no bastará con una discreta mejora académica, un cálculo, sino un desarrollo real, que «tenga valor científico».

Las exageraciones sobre el desarrollo y las posibilidades de la tecnología cuántica no han ayudado a la serenidad.

Hay competencia

IBM no es obviamente la única compañía que tiene un departamento cuántico. Hay un par de start-ups que tienen algo parecido, pero aún sin funcionar. Una de ellas, Rigetti, es propiedad de un exempleado de IBM. Microsoft no tiene de momento hardware. Google promete que enseñará resultados, pero de momento nada: «Nuestros dispositivos están ahí, vas a la web y los ves. A toda la gente que habla tanto, les diría: ¿me lo enseñas? ¿Cómo funciona?», dice Gil en referencia a los competidores. Es probable que la tecnología cuántica, como otras carreras tecnológicas, sea una donde las compañías se dan el relevo para ser las primeras. En China, por ejemplo, es una apuesta oficial pero con unos resultados que por ahora son un misterio.

Para entender el alcance la computación cuántica, Gil utiliza esta comparación. Hace unas décadas, el funcionamiento de las armas nucleares se comprobaba en archipiélagos remotos en el Pacífico. Dejó de hacerse porque se crearon ordenadores capaces de modelar esas pruebas sin la explosión real. El ordenador cuántico será capaz de lo mismo, pero en otro orden de magnitud. La creación de nuevos materiales en la humanidad se ha hecho hasta hoy por prueba error, desde la edad de bronce.

Un ordenador cuántico será capaz de calcular exponencialmente mejor y permitir por tanto modelar materiales de un modo hasta hoy impensable: «Ahora si hay 50 electrones en una molécula que quieres diseñar, el número de cálculos que debes hacer con un ordenador convencional es del orden de 2 elevado a 50. Imagina que tienes más de 100 electrones (la cafeína tiene más de 70). Es imposible. Necesitas usar todos los átomos del planeta», dice Gil. En el mundo cuántico, no. «La idea de desarrollar materiales computacionalmente es un sueño desde que se inventaron los ordenadores», añade. El resultado: baterías eternas, fertilizantes perfectos. Todo creado por ordenador, no en laboratorio. La creación de materiales es solo una de las aplicaciones cuánticas. ¿Lo veremos? Quedan décadas.

Fuente: EL PAÌS

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