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Alimentación del siglo XXI, ¿salud, moda o hedonismo?

Ciudad de México. 10 de diciembre de 2018.- Cada día es diferente, pero la rutina empieza a las 4 de la mañana cuando prepara su comida especial en porciones exclusivas y estrictamente medidas. El menú de hoy consiste en tabulé de quinoa con un poco de melón picado de postre, agua de limón y barras de arroz para sus colaciones.

¿Por qué se levanta tan temprano para preparar su comida del día? Simple, no le gusta la comida refrigerada, además suele tomarse el tiempo necesario para desayunar y terminar el resto de su rutina, y es que la vida de Araceli Basurto cambió totalmente cuando le diagnosticaron celiaquía en 2010 y síndrome de intestino irritable en 2014.

Su jornada laboral es de tiempo completo. Es una mujer que ama la organización, una líder natural, dedicada a los negocios internacionales y acostumbrada a la presión diaria que demanda su trabajo.

Algunos podrían verla como obsesiva; sin embargo, el control que suele tener en su vida se fue de sus manos cuando notó que algo en su cuerpo funcionaba mal después de comer.

Sentía inflamación abdominal, diarrea, indigestión, notó pérdida de peso y episodios fuertes de dolores articulares. Sabía que tenía que revisarse, aunque un autodiagnóstico intuía una posible colitis nerviosa por el estrés laboral.

“Después de una serie de análisis y estudios médicos muy específicos, llegaron a la conclusión de que era intolerante a la lactosa y celiaca, además cuento con alergias alimentarias al huevo y los mariscos, así que esta noticia me cayó de peso cuando supe que restringiría más de lo normal mi alimentación”, explicó.

De entrada, tenía que dejar el consumo de lácteos enteros y someterse a una dieta sin gluten por aquello de la celiaquía. Teóricamente pudo adaptarse rápido a la situación, pero planear su menú diario le resultaba un serio dolor de cabeza.

Los especialistas no la abandonaron, ya que un nutriólogo la asesoraba con referencias de alimentos acordes a sus alergias y diagnósticos. Todo marchaba bien hasta que cuatro años después volvió a tener el mismo cuadro sintomático pero intensificado.

“Bajé mucho de peso y cada vez eran más prolongados mis cuadros de diarrea, tenía dolores de cabeza, en la espalda, me sentía cansada todo el tiempo. Siempre pensé que era alguna alteración por el estrés de mi trabajo, había leído que esto puede provocar muchas enfermedades, la situación es que me gusta mi trabajo y el estrés diario es algo con lo que debo lidiar”.

El nuevo diagnóstico fue síndrome de intestino irritable (SII) y además del tratamiento farmacológico tenía que someterse a una dieta baja en FODMAP, es decir, sin oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos ni polioles.

Entonces su alimentación definitiva se resumía en: dieta hipoalergénica, sin gluten y baja en FODMAP, estas sustancias fermentables son hidratos de carbono simples o complejos que se encuentran en alimentos, aunque no todos los hidratos de carbono o azúcares son fermentables.

Dietas médicas

De acuerdo con la doctora Norma Ramos Ibáñez, investigadora y coordinadora de la licenciatura en nutrición de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, dentro de la lista de hidratos de carbono fermentables y que, por lo tanto, deben evitarse en este tipo de dietas es la fructosa que se encuentra en la fruta, miel y jarabes.

Asimismo, está la lactosa presente en leche, queso o yogur; los fructanos se encuentran en el trigo, ajo, cebolla, alcachofa, guisantes, espárragos, puerro y alimentos que contengan fibra inulina.

Los galactanos se encuentran en las legumbres, donde también se incluye la soya; y los polioles están presentes en edulcorantes como isomaltosa, manitol, sorbitol y frutas con hueso como aguacate, cerezas, melocotones, duraznos, ciruelas, etcétera.

Ante todas estas restricciones, lo primero que pasó por la mente de Araceli fue ¿qué voy a comer? Ya que también tenía restricciones por el consumo de fibra al ser una sustancia no digerible.

Finalmente y gracias a la asesoría profesional, ha logrado llevar una vida saludable y con hábitos acordes a su diagnóstico médico. La vida de Araceli es un claro ejemplo de cómo una enfermedad puede cambiar el estilo de vida y hábitos de alimentación para lograr un bienestar biopsicosocial.

Salud vs. moda

Por otro lado, Marina Zapata es una mujer que desde pequeña ha tenido problemas con el control de su peso corporal, el tiempo y las recomendaciones de sus allegados han logrado que ahora siendo adulta mantenga una vida más sana y con una estética corporal de acuerdo a sus estándares personales.

Lleva una vida empresarial exitosa y con el sustento económico suficiente para ir con un especialista en nutrición. Sin embargo, no sigue las recomendaciones profesionales al pie de la letra y recurre a consejos adicionales fuera de sustento científico.

“Tengo que aceptarlo, me cuesta llevar al cien lo que mi nutriólogo indica porque tengo amigos y allegados que me dicen que si algo les funciona, trato de hacerlo para saber si funciona de la misma manera conmigo, si veo una dieta actual o de moda, la sigo y luego consulto con mi nutriólogo qué tan buena es. He probado de todo”, explicó.

En este sentido, Marina ha recurrido al uso de suplementos, complementos alimenticios e incluso pastillas para bajar de peso, que generalmente no están regulados por autoridades como la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y que sin una asesoría adecuada pueden atentar gravemente su salud.

Asimismo, opta por seguir dietas veganas o vegetarianas, ha probado las dietas libres de gluten y se ha convertido en una admiradora ferviente de las llamadas aguas alcalinas por los supuestos beneficios que dan al cuerpo.

Agustín López Munguía Canales, investigador titular en el Instituto de Biotecnología (IBT) en Cuernavaca, Morelos, comentó que la información alimentaria actual es muy amplia, ya que viene de una problemática actual que enfrenta un consumo abordado por una extensa información proveniente de diversos sectores de la industria, la mercadotecnia, la ciencia relacionada a la salud y alimentación, así como modas y tendencias de la sociedad actual.

“Todas estas situaciones han dirigido al consumidor a optar por determinadas prácticas y formas de alimentación que no siempre son las mejores para mantener una salud adecuada”, explicó.

De esta manera, señaló que toda la información sobre el tema que circunda los diferentes medios de comunicación lleva a la complejidad que enfrenta el consumidor entre productos transgénicos, orgánicos, naturales, sintéticos, aditivos, los excesos de restricción de ciertos alimentos como si es bueno o no evitar el gluten, sal, azúcar, etcétera.

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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