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La ejecución encubierta del «Che» Guevara

El 9 de octubre de1967 fue capturado y ejecutado uno de los guerrilleros más famosos del mundo, Ernesto «Che» Guevara. Después de haber sido médico, comandante, ministro, presidente del Banco Nacional Cubano y diplomático, murió en Bolivia tras ser apresado en el poblado de La Higuera.
«Un hombre que me dió pena, estaba sucio, herido, desmoralizado…». Así describía a Ernesto Guevara el capitán del ejército boliviano que lo capturó, en unas declaraciones al periódico argentino La Nación, en 2001. El revolucionario argentino se encontraba sitiado en la cañada del Yuro, sin su milicia y herido de bala en una pierna. Caminaba cojeando, apoyándose en uno de sus lugartenientes, cuando les dio el alto un pelotón de rangers capitaneado por Gary Prado.
Con Guevara todavía vivo y apresado en la escuela de La Higuera, el gobierno boliviano anunció que el mítico revolucionario había caído en combate el día anterior. La captura del «Che» causó expectación en las altas esferas del gobierno boliviano, y poco después llegaron al poblado el agente de la CIA Félix Rodríguez y el coronel Zenteno Anaya. No se hizo nada hasta que el propio presidente boliviano Barrientos dio la orden de su ejecución directa y sin juicio. El «Che» moría fusilado con una ráfaga de disparos en el pecho (para corroborar la versión de su muerte en combate) a la una de la tarde de aquel mismo día.
Historia
Quién fue y qué hizo Ernesto ‘Che’ Guevara
Su inquietud de revolucionario profesional, le hizo abandonar Cuba en secreto en 1965 y marchar al Congo
Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como ‘Che’ Guevara, fue un político, escritor, periodista y médico argentino-cubano, uno de los ideólogos y comandantes de la Revolución cubana (1953-1959).
En 1955 Ernesto Che Guevara conoció en México aFidel Castro y a su hermanoRaúl Castro, que preparaban una expedición revolucionaria a Cuba. Guevara trabó amistad con los Castro, se unió al grupo como médico y desembarcó con ellos en Cuba en 1956.
Instalada la guerrilla en Sierra Maestra, Guevara se convirtió en lugarteniente de Fidel y mandó una de las dos columnas que salieron de las montañas orientales hacia el oeste para conquistar la isla. Participó en la decisiva batalla por la toma de Santa Clara (1958) y finalmente entró en La Habana en 1959, poniendo fin a la dictadura de Fulgencio Batista.
El nuevo régimen revolucionario concedió a Guevara la nacionalidad cubana y le nombró jefe de la Milicia y director del Instituto de Reforma Agraria (1959), luego presidente del Banco Nacional y ministro de Economía (1960), y, finalmente, ministro de Industria (1961). En aquellos años, Guevara representó a Cuba en varios foros internacionales, en los que denunció frontalmente el imperialismo norteamericano.
Su inquietud de revolucionario profesional, sin embargo, le hizo abandonar Cuba en secreto en 1965 y marchar al Congo, donde luchó en apoyo del movimiento revolucionario en marcha, convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo.
Relevado ya de sus cargos en el Estado cubano, el Che Guevara volvió a Iberoamérica en 1966 para lanzar una revolución que esperaba que fuese de ámbito continental: valorando la posición estratégica de Bolivia, eligió aquel país como centro de operaciones para instalar una guerrilla que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay.
El 8 de octubre de 1967 es capturado por una patrulla de rangers y ejecutado de manera sumaria un día después, el 9 de octubre en La Higuera, Bolivia. Sus últimas palabras fueron: «¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!», dirigiéndose al sargento Mario Terán. Se exhibe su cuerpo y antes de enterrarlo, le cortaron las manos para que no pudiera ser identificado posteriormente.
Necesariamente, la imagen del ‘Che’ debe considerar, junto a la de revolucionario, sus facetas como ideólogo y teórico de la guerrilla, de la lucha armada en pequeños grupos como única forma revolucionaria de actividad política posible en los países subdesarrollados. Sus ideas se hallan expuestas en textos como el famoso Mensaje a la Tricontinental (1967) y el ya citado libro La guerra de guerrillas (1960).

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