Tecnología antisísmica, que México necesita

Ciudad de México. 25 de noviembre de 2017.– Desde hace 32 años, el 19 de septiembre es un día triste en la historia mexicana, en especial para la capital del país, la cual en 1985 fue sacudida violentamente por un sismo de magnitud 8.1 que provocó la muerte de alrededor de 10 mil personas.

Las construcciones son similares a los humanos

Pero ¿cómo saber que una edificación resultó perjudicada si no presenta daños aparentes? Para saber esto es importante contemplar diversos factores tales como la etapa y salud de la construcción, indicó el doctor Pedro Castro Borges, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Mérida.

“Actualmente estamos diseñando para al menos 50 años de servicio, aunque ya se está diseñando para 80 y hasta 100 años de servicio, lo cual no significa que después de ese tiempo se deban demoler, pero sí debe modificar un poco su uso”, señaló el experto en patologías de las construcciones.

Un aspecto muy importante que se debe considerar es que en esos años de servicio las construcciones deben ser inspeccionadas y recibir el mantenimiento necesario para que lleguen en óptimas condiciones a esa edad. Esto es muy similar a la vida del ser humano, actualmente la esperanza de vida en México es de 75.2 años, pero se sabe que si una persona se cuida bien, puede llegar a los 100 años en buenas condiciones, lo cual depende de varios aspectos como una buena alimentación, hacer ejercicio y atender sus enfermedades en las primeras etapas. Asimismo, puede ser que una persona de 25 años de edad, que lleva una vida de excesos tenga enfermedades como una de 50 años.

Lo mismo ocurre con las estructuras, estas también pasan por varias etapas (gestación, nacimiento, infancia, adolescencia, adultez y senectud), y en cada una de ellas necesitan un mantenimiento diferente. Mencionó que “en el caso de los edificios que se cayeron durante el temblor de 2017, muy probablemente —y lo digo sólo apegándome a este modelo conceptual— desde el primer sismo quedaron `sentidos´, tenían que haberse inspeccionado y emitirse un dictamen y ver en qué etapa de esta vida conceptual se encontraban para poder saber que se debía hacer en cuanto a reparaciones, rehabilitación o refuerzo”.

Pero ¿por qué no se hizo una inspección de este tipo en 1985? Porque según el experto Pedro Castro Borges estos son conceptos relativamente nuevos, hace 10 años se empezaron a impulsar y surgieron de la necesidad de que los modelos conceptuales vigentes en aquel momento, señalaban que una estructura estaba dañada sólo si mostraba grietas o desprendimiento.

Hoy, gracias a las investigaciones vanguardistas como la que realiza el doctor Castro Borges —las cuales son referentes internacionales—, se sabe que los materiales de una estructura puede estar dañada sin que presente dichos “síntomas”.

“El problema es que las patologías pueden ocurrir en cualquier etapa de la vida de servicio, es por eso que cuando las estructuras viven una circunstancia (como un sismo, una inundación o un huracán), se les debe hacer una revisión”.

Dichas examinaciones deben ser periódicas, no sólo después de un sismo. La periodicidad dependerá si las estructuras son nuevas o antiguas, por ejemplo, para las primeras se debería hacer cada cinco o 10 años; para las segundas, es recomendable que se hagan cada año.

“Hay reglamentos en el mundo que hablan de esta situación y nosotros (investigadores y tomadores de decisiones en México) estamos trabajando en desarrollar esa normativa nacional, precisamente para que con un reglamento preventivo la gente esté habituada a realizarle esos estudios a sus construcciones para saber en qué situación están y se tomen las acciones preventivas adecuadas”.

Actualmente los expertos pueden hacer una examinación con solo hacer una perforación pequeña, como para un contacto eléctrico y a través de ésta pueden obtener información que les indique cuál es el estado de salud de la construcción, por ejemplo, qué tanta corrosión hay en las barras de refuerzo. Esto es importante porque la corrosión ocasiona que se pierda adherencia entre el acero y el concreto y en momento de un sismo una estructura no responde igual cuando hay corrosión que cuando no la hay, esa pérdida de adherencia puede ocasionar rompimientos, delaminaciones, desprendimiento o derrumbes.

Resaltó que la corrosión es un tipo de enfermedad del acero que tiene diversas razones; sin embargo, existen otras enfermedades que afectan no sólo al acero, también pueden impactar al concreto y demás materiales de las construcciones. «Hay una serie de parámetros o factores que van en detrimento en la calidad de vida de nuestras construcciones”, dijo Pedro Castro Borges. Conocer la etapa de vida y las posibles enfermedades que presenta una construcción es importante porque justo eso puede ir en detrimento de la calidad de las edificaciones, como sucedió en algunas construcciones en la zona de Coapa, al sur de la Ciudad de México, las cuales se realizaron después de 1985.