De solo pensar en la hinchazón en la panza y en un incómodo dolor, nos resignamos a tomar el café negro, evitamos los quesos, yogures y ni nos asomamos a su góndola en el supermercado. De hecho, algunos hemos decidido modificar nuestras alimentaciones, pese al grato recuerdo que alguna vez tuvimos de los lácteos y de sus innumerables preparaciones en donde se pueden incluir.
Aquellos síntomas forman parte de la llamada intolerancia a la lactosa. La lactosa es el azúcar natural de la leche. La mala absorción de la lactosa ocurre cuando no hay suficiente lactasa en el intestino delgado para descomponer toda la lactosa. Es por eso que surgen síntomas cómo malestar gastrointestinal e hinchazón después de la ingesta en personas con mala absorción. Estos varían de persona a persona, según el grado de intolerancia.
El malestar abdominal al consumir leche es sinónimo de intolerancia a la lactosa.
Falso. Si bien el malestar abdominal es un síntoma de la intolerancia a la lactosa, pero no es la única patología que presenta este síntoma.
Los niños también pueden ser intolerantes a la lactosa.
Verdadero. Para los chicos la leche es protagonista y fundamental para su crecimiento y desarrollo. Eliminar los lácteos de su alimentación puede provocar que los niños sufran una pérdida de nutrientes que, a largo plazo, lleva a que tengan una menor densidad mineral ósea. Asimismo los huesos se vuelven más frágiles y tienen más riesgo de sufrir fracturas.
Pero para ese problema hay leche deslactosada y así ellos no dejarían la leche para su desarrollo y tener los nutrientes que ellos necesitan.
La alergia a la proteína de la leche de vaca es lo mismo que intolerancia a la lactosa.
Falso. Son dos patologías diferentes.
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