La Manzana, danza que desarrolla una arquitectura coreográfica

Es una creación de la Compañía Ciudad Interior Danza Contemporánea y forma parte del proyecto Côdigo Paralingûa.

Con la pieza dancística La Manzana, la Compañía Ciudad Interior Danza Contemporánea, que dirige Alejandro Chávez, busca promover, a través de la Lengua de Señas Mexicana, el acercamiento de personas con discapacidad auditiva al mundo de la coreografía y la danza.

Radicada en la ciudad de Querétaro, dicha compañía integrada por seis bailarines, desarrolló una “arquitectura coreográfica a partir del silencio”, un nuevo concepto en el arte del cual no existe antecedente a nivel nacional y muy poco en el mundo, comenta su director artístico Alejandro Chávez.

El artista refiere que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el 2014 había en el país más de 2.4 millones de personas con discapacidad auditiva, mientras que en 2016 la cifra llegó a más de 5 millones, no obstante, son pocas las opciones escénicas para ellos, por lo que la Compañía Ciudad Interior se dio a la tarea de hacer danza contemporánea para gente con discapacidad auditiva a través del lenguaje de señas y de teatro corporal.

En el proyecto, que forma parte de Côdigo Paralingûa, los artistas escénicos comenzaron a elaborar una bitácora para dejar un documento para el futuro, al trabajar lo que consideran un laboratorio de investigación corporal a través de danza contemporánea y lengua de señas.

“De aquí viene la idea de crear un lenguaje particular, un lenguaje no inclusivo en el sentido político, sino de nosotros incluirnos en este tipo de grupos, porque creo que carecemos de sensibilidad y de percepción total, como por ejemplo las personas sordas que tienen más percepción visual, te miran de frente, son más honestos, son directos, esto ha sido un aprendizaje muy bueno”, asegura.

Cabe destacar que el proyecto Côdigo Paralingûa fue ganador del Programa Federal de Apoyo a Grupos Artísticos Profesionales de Artes Escénicas México en Escena 2018, lo que llevó al desarrollo de La Manzana, antología de movimiento a través del pensamiento, la imagen y el concepto.

A decir de Chávez, es la llave de acceso a realidades en las que la danza y el lenguaje de las personas con discapacidad auditiva montan una escena; es la oportunidad de crear y acercar las realidades de la discapacidad auditiva al arte, de tal modo que ambos lados dejen de parecer entes irremediablemente ajenos.

De igual forma considera que el proyecto se presenta como un rompecabezas que une la lengua de señas con el lenguaje de la danza contemporánea en un trabajo de improvisación, para al final, amalgamar de forma primaria, dos visiones que coexisten en una realidad compartida.

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