Guarachero Mayor

La Habana, Cuba .-El ultramarino pueblito de Regla, que se levanta en una de las riberas de la bahía de La Habana, siempre se ha ufanado de tener en sus registros a varios íconos de la cultura nacional, a pesar de la aparente humildad de sus vetustas callejuelas llenas de baches y olor a agua estancada. Allí nacen, entre otros, el sonero Roberto Faz; el dúo de Clara y Mario, cultores bolero; la cantante del género campesino Coralia Fernández; y la inolvidable compositora Tania Castellanos; no obstante es Humberto Medina, nacido en 1940 y continuador de los Guaracheros de Cuco Medina, el que acapara una buena parte de los reflectores.

Y conste, esta preferencia no es gratuita: Humberto, el director general de la comparsa de los Guaracheros de Regla durante varias décadas, es un regalo de la calle, Dios y Satanás al mismo tiempo, un hombre intolerante, lleno energía, magia y sabor, a quienes pocos logran ponerle un pie delante. Es el Guarachero Mayor.

Por cierto, cuando adolescente, escuché que tanto mi mamá, Graciela, como la indomable tía Victorita, ambas reglanas consumadas, eran primas lejanas de Humberto, con quien se comunicaban por medio de una red impresionante de tíos, sobrinos, primos, cuñados, nueras, madrinas y ahijados, los cuales solo se veían las caras cuando abarrotaban la pequeña funeraria de la vecindad para realizar un interminable maratón de presentaciones, repasar la chismografía local, y derramar algunas lagrimitas, en general, no muy coincidentes con el difunto.

Como es natural, tal parentesco influyó un poco en mí cuando, en 1989, me sume con una crónica publicada en la revista Opina a los festejos vividos en toda la capital por los treinta años de los Guaracheros de Regla, quienes, para la efeméride, estrenan una «Antología de la Guaracha».

«Héctor Rodríguez Llompart, más tarde Presidente del Banco Nacional de Cuba,me propuso, en 1959, con solo diecinueve años, la idea de hacer una comparsa capaz de demostrar que con el triunfo insurreccional la juventud estaba muy viva. Y no lo pensé mucho —me comentó en aquel entonces Humberto—. Había montado varias coreografías para las fiestecitas de 15; no era un aprendiz. Tuvimos que inventar… y hasta hubo recolectas de dinero usando laticas. En ese mismo año derrotamos a Los Titi, los rivales reglanos, en el Parque de las Madres de nuestro pueblo y en Casa blanca, y después de fusionarnos con ellos, aparecimos en los Carnavales de La Habana de 1960, donde nos tocó el primer lugar y el regocijo de dejar a todos boquiabiertos gracias al frescor de las coreografías y los pasillos nuevos y audaces. Con nosotros bailan, arrollando, los orientales, villaclareños, pinareños… Esto me enorgullece; siempre ha sido mi meta».

Los Guaracheros de Regla ofrecen una apoteosis de luces, color y ritmo. Los jóvenes le sacan chispas al asfalto y las bailarinas no detienen el voluptuoso contoneo de sus cinturas para recrear el gozo de novicios y decanos. Humberto logra que el reglano sueñe con integrar su proyecto, a pesar de su fama de maestro implacable frente a las indisciplinas, desánimos, enredos y tonterías. Cada pareja pasa uno y mil exámenes y, al final, cae rendida ante el peso del compromiso y la fidelidad.

Tal vez, por estas circunstancias un farolero desfilavarias noches con las manos llenas de ampollas y ensangrentadas, una cuarentona no deja de bailar al lado de su hijo de dieciocho, quien no le pierde ni pie ni pisada, y una morena, desprovista de plumas y luciérnagas, ayuda a montar una comparsa en la actual Alemania «empleando los pasillos que aprendí de Humberto Medina».

Pedro Cosme Baños, historiador de Regla fallecido hace unos pocos años, me aseguró en una entrevista que le hice en 2007:

«Humberto es un símbolo en Regla. Es el heredero de la tradición de este municipio.  Su comparsa es el reflejo, desde el punto de vista popular, de la forma del sentir del reglano, o sea, de su forma de llevar la guaracha a la calle con la mente, el cuerpo, los pies y el corazón. Aparte de su amor por el baile y la música, ha desarrollado la danza profesional desde el barrio hasta los niveles superiores. ¡Esa es la verdad!

«Para el pueblo Humberto es el Director, la voz de mando; sabe imponer el orden. Cuando se escucha el silbato de la comparsa ahí está él… Igualmente, es la alegría, la risa, el divertimento; más allá de la muerte será siempre guarachero. Además, ha sabido crear un relevo, sin egoísmos ha visto el futuro con luz larga».

Perseverante y caprichoso, al Guarachero Mayor no había quien lo detuviera cuando se atragantaba de insólitas multitudes junto a Yeyo y sus Tambores de Bejucal y a su heredero Albertico Mir (fallecido prematuramente). No por gusto las vitrinas de los Guaracheros están repletas de premios nacionales, entre ellos, la Giraldilla de Ciudad de La Habana, el Escudo de Regla, la distinción Gitana Tropical, el premio nacional Leyenda Viva y el trofeo Carlos Moctezuma (ganado tres veces).

Estos enaltecen a una comparsa que impone el cornetín de la conga oriental y el destape del tambor en los mundiales de béisbol y boxeo, en los Juegos Centroamericanos,  en los Juegos Panamericanos, en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes y en otros eventos celebrados en La Habana, sin dejar nunca de estar presente en los carnavales de España y Veracruz, ciudad que visitan con mucha frecuencia.

Poco antes de fallecer en 2017 vi por última vez a Humberto Medina en su humilde vivienda de la calle Martí. En ese entonces, ya estaba jubilado, aunque en los últimos años había impuesto su genio en el montaje de los espectáculos «De Santiago a La Habana», «Variedades de nuestra música tradicional» y «Homenaje a las Comparsas Tradicionales». Con su chorro de voz, sigue dándole duro a la falta de romanticismo de alguno y no oculta su orgullo por ser el inspirador de Los Guaracheritos de Regla, una comparsa integrada por niños de cinco y quince años.

«Los Guaracheros son mi vida, el hijo adoptivo, ese que no se puede ofender. Hay compañeros que han partido para realizar nuevas tareas; pero, como canta Pablito: “Yo me quedo”. Lo importante es la unidad del equipo. Aquí tratamos de no ser yo… tratamos de ser todos. He estado cinco veces en terapia intensiva; mi corazón es de piedra. Y todavía bailo un poquito en la calle. Si no me recuerdan a mí, sí van a recordar por siglos a los Guaracheros de Regla».

Redacción: Orlando Carrió/Cubasi

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