Morelia, Michoacán. 6 de mayo de 2018.- La ciudad de Morelia se hunde hasta seis centímetros en la zona de Prados Verdes debido al abatimiento del acuífero y a que no se consideran las fallas geológicas en la planeación urbana.
El doctor Víctor Hugo Garduño Monroy, miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), dirige desde hace más de 30 años la investigación de las fallas geológicas que se encuentran en la ciudad de Morelia, a través del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Incit) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
Ha logrado documentar cada una de ellas para proporcionar información precisa que ayude al municipio a elaborar una planeación urbana adecuada, a concientizar sobre el abatimiento del acuífero como el factor que está generando el hundimiento y prevenir riesgos.
A primera vista
El doctor Víctor Hugo Garduño llegó a Morelia en 1985. Cuando salió de la central camionera que se encontraba en el centro, lo primero que observó es que el edificio tenía su estructura fracturada. Caminó siguiendo esa ruptura por la calle Nocupétaro hasta llegar al antiguo edificio del Instituto de Seguridad Social.
Así fue su primer encuentro con una de las doce fallas que existen en Morelia que hasta antes de su llegada no estaban documentadas. Tomó la decisión de mudarse a esta ciudad y se trajo a un grupo de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) con quienes comenzó a estudiarlas.
Sus primeras observaciones estaban definidas por la existencia de construcciones sobre las primeras fallas con dirección estenoreste-oestesuroeste (ENE-OSO) que detectaron: Central Camionera, Colonia Chapultepec y La Colina.
Habla de esto por primera vez en la sección dominical del periodista Francisco López Guido, donde muestra los primeros mapas de las fallas afirmando que se iban a acrecentar debido al estrés sufrido por el abatimiento del acuífero y el incremento de la mancha urbana.
En 1988 descubrieron que ya existían índices de hundimiento de entre dos a tres centímetros anuales, con la técnica de las mangueras que utilizan los albañiles para medir la inclinación de una construcción, debido a que no contaban con la instrumentación necesaria.
Abatimiento del acuífero
En sus investigaciones realizadas desde entonces, concluyeron que en Morelia existen tres acuíferos principales:
- Manantiales de La Colina, Mintzita, de tipo superficial que se forma en las lavas de los volcanes semiescudo.
- Depósitos fluvio-lacustres del Mioceno-Plioceno, de carácter libre con área de recarga hacia el oeste de la ciudad y descarga hacia el lago de Cuitzeo.
- Lavas andesíticas de Mil Cumbres, es profundo de tipo confinado. Su área de recarga se localiza hacia el sur de la Mesa de Santa María y fluye hacia el norte donde, por excesiva explotación, se mezcla con el acuífero superficial.
Señala que todos se encuentran afectados por la sobreexplotación y la contaminación de sustancias que hasta la fecha no se han estudiado.
Este es un fenómeno relacionado con el hundimiento de la ciudad de forma directa. «Existe una correspondencia entre las fallas geológicas y la pérdida del agua en los mantos acuíferos», afirma.
El hundimiento se deriva de la perforación de pozos para la extracción del agua que permita satisfacer las necesidades de la población. El problema surge cuando no es posible que los mantos acuíferos se recarguen de forma suficiente, por lo que se comienzan a perforar cada vez más profundo.
Los procesos de hundimiento por subsidencia se generan debido a que el exceso de pozos extrae el agua de los sedimentos granulares, los cuales al perder ese volumen se compactan y generan asentamientos diferenciales a un lado y otro de las fallas.
«En esa época había pozos que se estaban abatiendo a más de 20 metros de profundidad. Es por eso que en algunas zonas de Morelia, el hundimiento llega a ser de hasta seis centímetros como en Prados Verdes, mientras que en otras es de tres a cuatro centímetros, todos alarmantes».
Estos resultados los obtuvieron a través de un estudio realizado con imágenes satelitales para monitorear la zona, utilizando la tecnología de INSART.
Para dimensionar la magnitud, el doctor hace una comparación con lo que está sucediendo en Baja California. «Esta porción del país se está separando del continente con tasas de cuatro centímetros al año», por lo que señala que los índices del hundimiento de Morelia no son menores.
«La explotación del agua pone en estrés las fallas. Este fenómeno tiene una relación directa con las fallas geológicas, ya que el abatimiento del acuífero debilita una estructura donde ya existía una ruptura», señala la doctora Alma Lilia Fuentes Farías, directora del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales (Inirena).
Además de la explotación del acuífero, la falta de recarga y las fallas geológicas, se suman los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña (humedad y sequía), cuyos cambios afectan la dinámica del acceso al agua y, por tanto, del hundimiento.
Esto ha estado afectando a Morelia en las últimas dos décadas, la investigación señala que las causas son la sobreexplotación del agua del subsuelo y la infiltración de contaminantes a través de los estratos de cobertura y de las fracturas neoformadas por la subsidencia.
«El fenómeno de contaminación es mucho más grave si afecta el agua del subsuelo, ya que estas necesitan tiempos muy largos para su recuperación o, en su defecto, costos elevados de tratamiento para que puedan ser utilizadas», señala Víctor Hugo Garduño en su investigación de los acuíferos de Morelia.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt