En 1987, la población de la Tierra alcanzó los 5.000 millones de habitantes. Por este motivo, la Organización Nacional de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 11 de julio el Día Mundial de la Población. Recientemente, la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas presentaba el informe Perspectivas de la Población Mundial 2019: Aspectos destacados, donde afirma que la población mundial podría alcanzar su punto máximo a finales del presente siglo, con un nivel de casi 11.000 millones de personas. Un crecimiento demográfico desbocado y cuyo control, según los expertos, pasa, entre otras medidas, por el necesario acceso a la salud sexual y reproductiva, la calidad de los servicios sanitarios o la disposición de medicinas, vacunas y otros productos sanitarios esenciales. Pero, sobre todo, por el empoderamiento de la mujer a través de políticas educativas nacionales que promuevan la igualdad de género entre hombres y mujeres.
La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), órgano de gestión de la Cooperación Española orientada a la lucha contra la pobreza y al desarrollo humano sostenible, apunta que “en los últimos 50 años las mujeres se han empoderado respecto a la toma de decisiones sobre cuántos hijos quieren tener, cuándo y con quién. Un derecho a decidir de manera libre y responsable que se recoge en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994. El acuerdo ha sido la piedra angular del movimiento mundial en favor de los derechos reproductivos durante los últimos 25 años pero, sin embargo, todavía no se aplica hoy en día en todos los países del mundo».
El fondo de Población de las Naciones Unidas (ONU) calcula que 214 millones de mujeres quieren evitar embarazos, pero no usan métodos anticonceptivos. Cada año mueren más de 800 mujeres durante el embarazo por causas prevenibles. “Es por ello por lo que debemos defender los derechos y la libertad de decidir de todas las personas. Asegurar que mujeres y niñas tengan la capacidad y los medios para ejercer plenamente sus derechos, regir sus cuerpos y tomar decisiones sobre su salud sexual y reproductiva”, explican desde AECID.
La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo apunta que “las políticas demográficas deben defender y mejorar el ejercicio de los derechos de TODOS. Los hombres y las mujeres deben tener acceso a métodos de planificación familia y lograr la igualdad de género. Las mujeres deben decidir libremente acerca de cuándo y con quién tener relaciones sexuales, sobre el uso de métodos anticonceptivos y el acceso a la salud. Asegurar que mujeres y niñas no sean víctimas de violencia de género, incluidas prácticas tradicionales nocivas. Defender los derechos durante los conflictos y también después de los desastres naturales”.
Isabel Serrano Suñer, ginecóloga de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE), explica por qué resulta tan difícil incluir políticas nacionales destinadas a implementar una adecuada salud materna y una completa educación sobre sexualidad en continentes como el africano, Asia o Latinoamérica. En su opinión, “muchos gobiernos firman compromisos que luego no cumplen”. Como recogen los datos del fondo de población de la ONU, continúa Serrano Suñer, “vivimos en un momento en que se reconocen los derechos de las mujeres (y de la sociedad en general) como nunca antes y, sin embargo, muchos millones de mujeres en el mundo siguen teniendo grandes dificultades para decidir cuándo, con quién y cuántos hijos o hijas tener”. “Mientras que en 1976 solo 100 gobiernos proporcionaban servicios de planificación familiar, en la actualidad solo el 6% de los gobiernos del mundo reconocen no hacerlo… Eso en la teoría, porque la realidad es peor: el acceso a métodos anticonceptivos depende, entre otras cosas, del entorno familiar, de la comunidad en la que se vive y de las instituciones. Demasiado frecuentemente las familias, la sociedad y el Estado siguen considerando que las mujeres no pueden decidir por sí mismas”, prosigue la representante de FPFE.
La ginecóloga de la FPFE manifiesta que el control de la natalidad tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo recae, principalmente, en las mujeres. En el caso de los segundos, “la mayoría de los hombres participan del control de la fertilidad mediante el llamado coito interrumpido (o “marcha atrás”), pero poco más. Ni siquiera el preservativo (el anticonceptivo masculino por excelencia) es bien aceptado por ellos ¡Y no digamos ya la vasectomía! Serrano Suñer insiste en que, “en determinados contextos, especialmente en los de predominio musulmán, los hombres imponen cuántos hijos quieren tener y el momento para tenerlos, y a partir de ahí la anticoncepción queda en manos de las mujeres. Así que no; no existen suficientes programas y actividades dirigidas a los hombres, y eso origina un círculo vicioso: no usan métodos anticonceptivos porque no los conocen y no los conocen porque las cosas de mujeres poco importan…”
Un trabajo de información y servicios para la salud sexual y planificación familiar, dirigido a adolescentes y jóvenes, que desde hace años desarrolla UNICEF en países de África, Asia y Latinoamérica. Blanca Carazo, responsable de Programas y Emergencias de Unicef Comité Español, comenta que “la falta de acceso tanto a información como a sistemas de salud y métodos y servicios adecuados para las mujeres contribuye a la desigualdad y a que se perpetúen roles en los que las chicas y las mujeres no deciden sobre estos temas”. “Desde UNICEF nos centramos, sobre todo, en la parte de la población adolescente y estamos trabajando tanto con gobiernos como con ministerios de salud, dentro de programas integrales, para que se vayan incorporando servicios adecuados para los y las adolescentes, porque al final también es importante que los chicos estén informados, y generar pautas de relación que sean mucho más respetuosas”, afirma la responsable de Programas y Emergencias de Unicef.
Logros en temas de sexualidad y planificación familiar que necesitan de la incorporación de programas educativos de carácter nacional que favorezcan un verdadero empoderamiento de las jóvenes y dónde los chicos poseen un papel esencial en su consecución. “Es necesario implicar a los chicos desde pequeños, que se sientan también parte de todo lo que tiene que ver con la sexualidad para que sean capaces de establecer relaciones de respeto y de igualdad entre chicos y chicas; para que puedan disponer de la información necesaria y compartan la toma de decisiones”, expresa Blanca Carazo.
Fuente: EL PAÌS