Ciudad de México. 12 de noviembre de 2018.- A los 17 años de edad, Guadalupe López supo que estaba embarazada. Agobiada por el miedo y la incertidumbre, decidió que no interrumpiría su embarazo aun cuando su pareja la persuadía de hacerlo. Ella sabía que su decisión de convertirse en madre también significaba renunciar a sus planes de vida profesional.
“Pocas adolescentes están preparadas para la maternidad, un número muy importante no la planeó y de ahí que sufran impacto en su proceso de maduración emocional que aún no se ha completado. El embarazo adolescente tiene efectos, incluso, en el proceso de embarazo”, dijo en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt la doctora María Asunción Lara Cantú, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, quien estudia el impacto a la salud mental de las niñas y jóvenes que viven un embarazo adolescente.
De joven entusiasta a madre prematura
En la actualidad, Guadalupe estudia una licenciatura gracias al apoyo de sus padres, quienes cuidan de su hijo de dos años de edad durante el día. Aunque se esfuerza al máximo para armonizar sus vida universitaria con la maternidad, ella modificó sus expectativas: el posgrado que soñaba con estudiar en el extranjero, ahora cambió por la urgencia de encontrar un empleo que le permita solventar la manutención de su pequeño hijo.
El caso de Guadalupe López es solo uno de los miles que se viven en México, país considerado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como el primer lugar en embarazo adolescente con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil jóvenes de entre 15 y 19 años, es decir, 340 mil nacimientos anuales en mujeres menores de 19 años.
Ese contexto coloca el embarazo adolescente como un problema de salud pública; no obstante, las estrategias para prevenirlo ponen poco o nulo énfasis en el seguimiento a la salud mental de quienes ya tienen que lidiar con la responsabilidad de criar un bebé. Por ello, un grupo de investigación encabezado por la doctora Lara Cantú estudia el impacto emocional en aquellas niñas y jóvenes que, como Guadalupe López, ven, consciente o inconscientemente, truncados sus sueños tras acelerar una etapa que idealmente está reservada para la vida adulta, la maternidad.
Depresión y ansiedad
El trabajo que realizó a lo largo de la última década en torno a la salud emocional de las mujeres durante el embarazo y el posparto, así como la investigación de la salud mental de las jóvenes que experimentan embarazo adolescente en los últimos dos años, permitió a la doctora Lara Cantú identificar la depresión y ansiedad como trastornos frecuentemente asociados al embarazo adolescente.
presiva encaminada a adolescentes embarazadas o en el periodo posnatal.
Durante ese ejercicio (2012), Lara Cantú y colaboradores observaron que la sintomatología depresiva se mantuvo a lo largo de las diversas etapas, siendo más alta durante el segundo trimestre del embarazo (32.5 por ciento) y en madres con bebés de un año o más (24.7 por ciento).
Un segundo estudio estuvo a cargo de la maestra Pamela Alejandra Patiño González, asistente de investigación en el equipo de la doctora Lara Cantú. Entrevistada también por la Agencia Informativa Conacyt, la maestra Patiño González dijo que a partir de un estudio en adolescentes durante el primer semestre posparto, la depresión fue frecuente, con una proporción de 33 por ciento. La frecuencia de los síntomas de ansiedad fue de 18.3 por ciento.
“La sintomatología depresiva y de ansiedad que experimentan las jóvenes en el posparto, en muchos casos representa la continuidad de su aparición durante el embarazo, o incluso previo a este. Conocer estos datos es importante porque no solo podrían ser padecimientos asociados al embarazo adolescente sino que, en algunos casos, podrían ser un factor de riesgo del embarazo en edades tempranas”.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt