Ciudad de México. 5 de octubre de 2018.- El comercio de órganos existe, pero debemos olvidar esas historias sobre personas que amanecen en la tina del baño de un hotel, sumergidas en hielos y con un órgano menos; esas son historias de alarma, dice la doctora Josefina Alberú Gómez. Robar un órgano de esa manera no es viable; para realizar un trasplante se necesita conocer el estado clínico del donador, su tipo de sangre y su compatibilidad inmunológica con el posible receptor, esto requiere estudios largos y complejos. Lo que sí existe son las redes internacionales que se aprovechan de las necesidades económicas de las personas en comunidades vulnerables y les ofrecen dinero o las extorsionan para que acepten “donar” un órgano.
Josefina Alberú es presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes y es integrante del Departamento de Trasplantes del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ). Ella misma ha realizado numerosos trasplantes de riñón y sabe que desde la década de los 90 del siglo XX, los trasplantes han sido víctimas de su propio éxito, pues la capacidad de un trasplante para alargar la vida de un paciente en estado terminal generó una gran demanda de órganos, que supera por mucho la capacidad de suministro que tienen los sistemas de salud en el mundo.
“Hay un desequilibrio entre el número de órganos que están disponibles para donación y el número de personas que requieren un trasplante. Las cifras actuales indican que, para todos los órganos, solo se puede cubrir 10 por ciento de las necesidades mundiales de trasplantes. Esto ocasiona que los órganos se vuelvan objetos rentables, susceptibles de ser vendidos”, comenta Josefina Alberú.
La experta explica que a finales del siglo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que reprobar enérgicamente las prácticas de comercialización de trasplantes, que utilizaban a las personas y sus órganos como una mercancía para conseguir ganancias económicas. En 1987, la OMS prohibió el comercio de órganos de cualquier tipo, y varios países, incluido México, plasmaron en sus legislaciones negativas tajantes a cualquier tipo de comercialización en trasplantes. Pero el mercado ilegal de órganos nació y también las redes internacionales de tráfico de órganos.
Estas redes buscan a personas de bajos recursos y les ofrecen una compensación económica por “donar” uno de sus órganos. Después arreglan que el donador viaje al lugar de origen del receptor, que el receptor viaje al lugar de origen del donador o que ambas personas viajen a un tercer país donde, generalmente, no existen las condiciones para realizar una vigilancia estricta.
Estas redes generaron prácticas terribles en todo el mundo, por ejemplo, el caso de un red con cabeza en Tel Aviv, que arreglaba la venta de órganos de personas de bajos recursos en Brasil a pacientes internacionales que pudieran pagar cifras cercanas a los 60 mil dólares, desde luego, el donador no recibía prácticamente nada de esta transacción y era regresado a su país sin los cuidados médicos necesarios; en México, está el caso de un empresario mexicano que viajó a Perú para obtener un órgano de manera ilegal y que falleció debido a complicaciones médicas, explica Josefina Alberú.
Estas prácticas también incluían la extorsión y funcionarios de los Estados podían estar involucrados, como lo que sucedía en China, donde casi 90 por ciento de los órganos para trasplante provenía de personas ejecutadas por cometer algún crimen.
La comunidad internacional no pudo permanecer indiferente ante el fenómeno y en 2008, la OMS reunió a 150 representantes médicos y científicos, entre los cuales estaba Josefina Alberú, para redactar la Declaración de Estambul sobre el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes.
Esta declaración establece las bases para aumentar la donación de donantes fallecidos y para garantizar la seguridad de los donadores vivos y agradecer su altruismo, al mismo tiempo que se lucha contra el tráfico de órganos y la comercialización internacional de trasplantes.
“Este es un punto en el que se está poniendo mucha atención en la actualidad, tiene que haber una legislación que actúe de manera mancomunada entre los países para detener estas redes internacionales que se dedican a buscar a las personas más vulnerables, para que sean ellas precisamente las donadoras de órganos”.
Josefina Alberú considera que se ha avanzado mucho en el control de la comercialización de órganos, y pone el ejemplo de Arizona, en donde se podían encontrar anuncios comerciales que ofrecían el trasplante de un órgano en el extranjero, y de paso hospedarse en un hotel cinco estrellas. Algo que ahora sería impensable.
Otro ejemplo es el de Colombia, que era considerada un foco rojo por la OMS, pues en 2005, 16.5 por ciento de los trasplantes que se realizaban en el país era para extranjeros, pero en la actualidad la cifra bajó a 0.38 por ciento. También está Israel, que prohibió a las aseguradoras pagar trasplantes en el extranjero a sus ciudadanos y comenzó a promover el programa de donantes fallecidos.
La presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes reconoce que hoy en día, en la mayor parte del mundo, los trasplantes se hacen de manera correcta, siguiendo los principios éticos que la OMS establece. Pero que incluso así, los médicos deben estar preparados para situaciones más sutiles en las que los individuos se presenten como donadores altruistas escondiendo una historia de intereses y coerción.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt