Biorreactor para producir fertilizante orgánico

Morelia, Michoacán. 13 de abril de 2018.- Profesores y alumnos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Morelia, desarrollaron la instrumentación y control de un biorreactor para la producción de biofertilizante en estado líquido.

Con el objetivo de disminuir los tiempos de producción de fertilizante orgánico, los doctores Rosalino Rodríguez Calderón y Salvador González García, en conjunto con un grupo de alumnos de la institución, desarrollaron el proceso de investigación e innovación de un biorreactor.

A través del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), surge este proyecto para generar la tecnología que se necesita para reducir los tiempos y costos de la producción de fertilizante orgánico.

Se lleva a cabo con la colaboración del Tecnológico de Monterrey, campus Morelia, y la empresa Organic Science, con el interés de apoyar al sector agrícola regional por medio de soluciones de agricultura orgánica. Actualmente el biorreactor se encuentra en etapa de implementación. 

En la actualidad, la producción de fertilizante se realiza de forma artesanal arrojando como resultado un producto sólido. Sin embargo, es un proceso tardado y costoso, por lo que el reto era reducirlo al obtener como resultado final el líquido directamente utilizando el biorreactor.

La tecnología

Este proyecto es dirigido por los doctores Rosalino Rodríguez y Salvador González, quienes plantean contribuir a la transformación de los métodos tradicionales de producción de fertilizante de hongo Trichoderma, para que ya en la implementación las empresas puedan hacerlo en un mismo espacio y en mayor volumen.

El biorreactor es el dispositivo en el que se generan las condiciones específicas que requiere cada bacteria, en el caso del hongo —que es la base del fertilizante—, se introducen 50 litros de este hongo y al finalizar el proceso se producen 500 litros. 

El biorreactor tiene dos elementos: el medio es la comida de la que se alimenta el microorganismo y el inóculo es la cantidad de Trichoderma que se introduce en el biorreactor. Está diseñado con un motor que se encarga de mover la sustancia, así como de un calentador y un sistema de enfriamiento que se programan para las necesidades específicas de la bacteria.

A través de este desarrollo tecnológico, se puede controlar la temperatura, el pH, el nivel de espuma y la velocidad de agitación de la sustancia. Para asegurar que no exista otra bacteria cultivándose en el medio, se esteriliza al inicio del proceso y se vigilan las condiciones de crecimiento. 

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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