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El desconocido potencial del rambután

Saltillo, Coahuila. 21 de enero de 2019.- El rambután es un fruto tropical originario del sureste asiático, cultivado en países como Indonesia, Malasia y Tailandia. Llegó a México e inició su producción en las décadas de los 50 y 60, tiene presencia en los estados del Occidente y Sur de México con clima favorable para su siembra como Veracruz, Nayarit, Tabasco, Oaxaca y, principalmente, la región del Soconusco en Chiapas.

Chiapas es el principal productor a nivel nacional y se estima que cuenta con una producción de más de tres mil 500 toneladas, incluyendo la cosecha en cultivos de traspatio y huertos comerciales no registrados, de acuerdo con el portal especializado InfoRural.

Actualmente, científicos del Departamento de Investigación en Alimentos (DIA), de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec), estudian la composición y potenciales aplicaciones de la cáscara de rambután.

A pesar de que la presencia y producción de este fruto es cada vez mayor en el país, continúa siendo discreta. Pero entonces, ¿por qué estudiar el residuo agroindustrial de un fruto tropical que no tiene una producción a gran escala a nivel nacional y no es adecuado para sembrarse en la región noreste del país? Especialistas del DIA de la Uadec detallan la importancia de sus investigaciones, el potencial de este fruto, sus hallazgos y, principalmente, el motivo para estudiar un fruto tropical en una institución ubicada en el semidesierto coahuilense. 

Un fruto asiático en México.

El rambután se cultiva primordialmente en algunos estados del sur del país, donde se concentra su producción. “Aquí en México, su cultivo se introdujo más o menos por ahí de 1950 y 1960, llegó principalmente a la región del sur de Chiapas que fue de las primeras zonas donde se empezó a introducir. Sin embargo, ya se produce también en Veracruz, Nayarit, entre otros estados. Originalmente su cultivo en México inició en Chiapas, en la región del Soconusco”, comentó el doctor Juan Alberto Ascacio Valdés, profesor investigador del Departamento de Investigación en Alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas de la Uadec.

El rambután (Nephelium lappaceum) proviene del malayo rambut, que significa «cabello» o “pelo”, por su apariencia rojiza con espinas suaves que asemejan cabellos. “Alrededor de los años 50 se introdujeron en el estado de Chiapas y adaptaron esta planta a la región del Soconusco. Entonces, según los reportes, se empezaron a dar las primeras producciones de rambután en el estado de Chiapas en el rancho San Alberto, y desde ahí se comenzó a producir este fruto”, añadió el ingeniero en ciencia y tecnología de alimentos Cristian Hernández Hernández, colaborador del proyecto y estudiante de la maestría en ciencia y tecnología en alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas de la Uadec.

El rambután tiene sabor dulce, pulpa jugosa, contenido de vitamina C y riboflavina. Se considera que, por su alto contenido de hidratos de carbono y proteínas, ayuda a aumentar la energía y a prevenir la hinchazón en el organismo, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader, antes Sagarpa). Sin embargo, a pesar de las propiedades de este fruto, los científicos de la Uadec están enfocados en su cáscara.

“El interés de trabajar con la cáscara es aprovechar un residuo que, si bien es una fruta que no se produce en gran parte del país, sí involucra una producción. Por lo tanto, hay un procesamiento del mismo y existen diferentes productos que se han generado como mermeladas”, señaló Ascacio Valdés.

No obstante, el aprovechamiento integral del fruto, incluyendo residuos como las cáscaras, no es la única razón para enfocarse en el rambután.

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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